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9 de febrero de 2011

Para alumbrar el mundo


La brillante historia del alumbrado público.
El 4 de junio de 1807, la bien conocida Pall Mall de Londres fue escenario de un gran acontecimiento: fue la primera calle del mundo que tuvo alumbrado de gas. El hombre que estaba tras esta maravilla era un empresario de origen alemán, Frederick Winsor. Las luces, que eran parte de las celebraciones del natalicio del rey Jorge III, pronto formaron parte de la vida cotidiana en todas las grandes ciudades.
Hoy día, puede resultar difícil para la mayoría de nosotros imaginar cómo era la vida antes de que hubiera iluminación en las calles. Una vez que caía la noche la oscuridad era completa, salvo por alguna vela que brillaba en una ventana o por la antorcha solitaria de algún transeúnte. La principal fuente de iluminación era la luna, que proporcionaba una iluminación intensa solo unos cuantos días al mes.
La mayoría de la gente se quedaba en casa cuando caía la oscuridad, pues era difícil encontrar el camino correcto y, además, la noche encubría a los delincuentes. Era tan peligrosa que el poeta romano Juvenal advertía que era altamente arriesgado salir de noche sin haber hecho testamento.
En el siglo XV empezó a haber cierto alumbrado en las calles de Europa. En 1416, el corregidor de Londres, Sir Henry Barton, ordenó que cada propietario colgara linternas fuera de su casa en las noches de invierno. En 1461, el rey Luis XI de Francia impartió instrucciones similares a los patriotas en aras de la seguridad.
A finales del siglo XVII, en Inglaterra se había progresado poco. En Londres, sólo una de cada diez casas estaba iluminada con una lámpara de aceite, y en casi ninguna ciudad había alumbrado público.
En Estados Unidos, en las principales calles de Nueva York y otras ciudades había lamparas de aceite de ballena clavadas en postes; aunque ampliamente distribuidas por toda la ciudad, hubo quejas por lo deficiente del alumbrado.
Ideas luminosas
En el siglo XIX, la invención del alumbrado de gas alteró considerablemente la situación. Por fin una tecnología permitía a la gente transitar por la noche con mayor seguridad. A pesar de las objeciones de quienes afirmaban que asustaría a los caballos, en 1830 el alumbrado de gas de las calles fue adoptado en gran escala en Nueva York y en la mayoría de las ciudades europeas.

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