No es más que una criatura mítica que forma parte del folclore de la Cordillera del Himalaya; sus avistamientos han sido relatados principalmente por los serpas o guías de Nepal. El mito ha sido investigado múltiples veces por los científicos, quienes a la fecha aseguran que las evidencias de la existencia de un hombre de las nieves son demasiado débiles para ser ciertas, y que por el contrario se trata de una broma de mal gusto.
Origen del mito:
Los primeros testimonios de la presencia del Yeti datan del siglo XII, cuando un aventurero italiano dejó en sus memorias, referentes a su travesía por Mongolia, la descripción de un enorme animal-humano de pelaje blanco. Posteriormente se suscitaron
Numerosos relatos de encuentros con esta criatura o la evidencia de su paso. Por ejemplo, Odette Tchernine escribe en su libro El Yeti que el abad del monasterio de Thianngboche refiere que estos seres “bajan en la noche en busca de alimentos”; asimismo, en 1921 el coronel inglés Charles Howard-Bury, de la Royal Geographical Society de Inglaterra, escribió en la bitácora de su expedición por el Himalaya, Everest Reconnaissance Expedition: “tropecé con una gigantesca huella de un pie desnudo impresa en la nieve a una altitud de unos 5000 metros. Correspondía al parecer a un hombre de grandes dimensiones, que sería imposible calzar”, lo bautizó como “el abominable hombre de las nieves”.
Teoría posible:
El antropólogo John Napier cree que el mito debió derivar del hallazgo de los restos fósiles de una especie de simio, el Gigantophitecus, que hace miles de años habitaba en la zona del Himalaya. Y los avistamientos pudieron ser resultado de la presencia del oso asiático, Urdus Thibetanus.
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